viernes, 9 de octubre de 2015

Jugar profundo, un aspecto clave

Muchas veces veo a jugadores juniors que, cuando entrenan, se preocupan de ponerle mucho efecto a la pelota; se empeñan en pegarle lo más fuerte posible, o tratan de angular la bola al máximo.

Sin embargo, no le asignan la misma importancia a una característica fundamental, aunque menos llamativa que otras, que debe tener cualquier tiro que pretenda lastimar al adversario: la profundidad.


Conozco a varios tenistas, de buen nivel, que les gusta que la pelota les llegue a gran velocidad, porque así se apoyan en el golpe del rival, pero no recuerdo a ninguno que se sienta cómodo cuando le juegan profundo.
Contrariamente a lo que muchos creen, la profundidad no está vinculada a la fuerza con la que se impacta la bola. Se puede pegar largo, pero despacio.

La profundidad tiene directa relación con la altura a la que la pelota pasa por encima de la red.
En consecuencia, si la bola pasa un metro –más o menos- sobre la malla, con toda seguridad va a caer en el último tercio del lado del oponente.


Y si eso ocurre, mantendremos lejos de la línea de base al adversario, lo que reporta importantes beneficios:

- el rival se verá obligado a retroceder y defenderse, con altas probabilidades de jugar corto, cediendo la iniciativa y el control del punto.
- la potencia de sus tiros hará menos daño.

- resulta poco probable que llegue a los drop shots.
- si lo mueven hacia los lados, los ángulos son mucho más pronunciados para él, al estar más alejado del punto de origen, de donde sale la bola.

“Toda táctica empieza por la profundidad”, me dijo una vez un prestigioso entrenador, con el que tuve la suerte de trabajar.
Y, como siempre, estaba en lo cierto.

Arturo Núñez del Prado
Profesor de Tenis
www.mejoratutenis.cl